Aun desgrano día a día las señales de tu paso por mi cama,
las miro, las reconozco e intento olvidar que son tuyas echándome a otro lado…
La soledad de una cama deshecha, un desconocido que ronca a
tu lado, despierto e intento averiguar su nombre. Siempre me sale el tuyo
aunque ya no me acuerde y les llamo a todos igual. Sentir que mi piel no pega
con ninguna salvo con la que dejaste tú en la vitrina de trofeos, ya ajada y
rota por el tiempo, a veces los recuerdos vienen más vívidos cuando no lo intentas.
Quizá quedé muda porque te llevaste mi voz, quizá vago por
los bares donde te encontré buscando colillas a medio fumar para recogerlas,
como nos recogimos aquel día que perdimos la esperanza…