sábado, mayo 03, 2014

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La ventana estaba cerrada, puse mi mano en el cristal, el vapor del frío caló las yemas de mis dedos y recordé la primera vez que mis manos tocaron tu cara bajo el agua. Bailando al unísono de la noche, con el frío del final de agosto calandonos los huesos hasta que morimos durante dos horas. Morimos aquella noche, nos morimos para volver a nacer y nunca más ser lo que habíamos sido. Porque nunca volvimos a ser los dos que éramos...
Volver a la ventana, volver al invierno infinito, o al verano más infernal, o al secuestro eterno de mis sentidos.
Estuve loca, estuve cuerda, estuve tanto tiempo ciega...
Volvería cada día a repetir cada error que me llevo hasta ti, cada palabra, cada acto kamikace, cada cristal que pisé... Volvería a pisar cada uno de esos cristales por volver a conocerte si no te conociera...
Porque pisar cristales nunca fue tan bonito y jugar con fuego nunca fue tan seguro como a tu lado...
Imaginarme en pedazos en mitad de la nieve, y morir de epilepsia siendo tú la luz más fuerte que haya visto en la vida... Que muerte tan dulce...