martes, diciembre 02, 2008

Me bebí el mar soñando contigo

Vértigo. Señal de miedo en el estómago, noches en vela, encuentros y desencuentros que duelen, duelen y curan como nada, como la sal en la herida, eres la sal en la herida...
Pudieron dormir una noche abrazados, solamente una y nada más.
Contaron las mil batallas de sus vidas, salieron al balcón a cenarse las estrellas y supieron, sin mediar palabra, que esa noche sería la única...
Mojaron árboles de sangre espesa, se sumergían en un mar de luces verdes, estrelladas, de viento sólido y marchito. Las horas se fueron deshaciendo como veranos sin fin, calientes, febriles, mareados de sed...
Abrí los ojos y el mar se había secado. Las manos temblaban y mi ser me lo dejé en otra vida, deseando ser liberado por dioses ancestrales que vigiliaban desde arriba.
Abrí los ojos y mi cama me contó que sólo había sido una noche, la última, que tú volverías a tu ciudad torcida, te ví a mi lado y escapé.
Abri los ojos y el mar se había secado, me lo bebí soñando contigo.
Parece que empieza a llover.