miércoles, abril 01, 2009

Las raíces de un arbol nunca morirán

Tú no eras una opción, fuiste tan solo rendición, la solución, creí que sería yo misma la culpable de tanta marcha forzada. Te pensé, y en mi fuero interno supe que estaría perdida por las noches vacías y en vela que dormí a tu lado.
Soy tan fría al alba...
La lavadora sonando, una guitarra desafinada, eran las 10 de la mañana y mi café ya estaba frío en mis manos.
Cruce de piernas, cruce de miradas, nunca ví otra mirada más felina y melancólica, nunca sabré si es así por mi presencia. Nunca quisiste jugar.
Vacío, manos carentes de sentido crítico, tus manos siempre me vieron guapa, con ojeras de duermevela, con la boca seca de soñar con desiertos, con el corazón palpitando y rojo, un rojo que quema.
Suerte. Salgo por la puerta, allí estás tú bajo la lluvia, los trovadores se van cuando llueve. Nunca se te dió bien cantar.
Espera. Camino marchito de primavera tardía, mi verano se retrasa...
Soledad. Metro atestado de nómadas con traje, niñas decrecientes y duendes de vagones apagados y estaciones fantasmas.
Tú. Apagado e intermitente, ente que retumba en mi cabeza a deshoras, pequeña conciencia que no me permite ver la verdad, pasado, presente y quien sabe si tambien futuro. Tú, mis momentos felices, mi compañía, mi cabeza y mis pies, mi razón de ser, mi soledad...
Yo, lo último que entiendo al despertar, las piezas de mi puzzle, mi noche fría, mis sentidos entumecidos, positividad impuesta.
Nosotros. Sentido figurado de algo que no sé, patrón ideal de mis sueños, sentimientos que deben dejar de doler tanto.
Amor. Aprendiendo a perdonar.

2 comentarios:

José Luis dijo...

"positividad impuesta" me encanta el concepto.
Me encanta que todavía haya gente dispuesta a admitir que a veces tenemos que fingir y fingirnos en positivo.

"Soledad. Metro atestado de nómadas con traje". De nómadas con traje y de esa sensación tácita de hastío que todos sentimos como familiar. La uniformidad de lo cotidiano, de tener que hacer todos los días lo mismo y a la vez esperar que todos los días sean diferentes.

Maravilloso tu texto.

Juliette dijo...

Llevo dos años exactamente viendo tu blog. Es algo del que, las palabras me traen. Es que, ya ves, en la madrugada no soy tan fría, y decidí, que después de tanto tiempo, sepas quién viene a dar zancadas por aquí.

Seguro que aprendes tanto a perdonar como a amar.