miércoles, noviembre 19, 2008

Para entonces yo ya había muerto

Puso mis manos en las suyas y no se atrevió a levantar la mirada, estaba distante pero a la vez muy cercano y dulce, era como un jarro de miel rodeado de abejas...
Su boca por fin rompió el silencio y para aquél momento yo ya estaba a cien mil kilómetros de allí.
Noté como sus palabras se helaban, se derretían poco después en mis manos y mis labios se congelaron en ese mismo instante...
-Aquí ya no existe un corazón latiendo- le dije.
Le bastó con tantear el terreno, seguir su vida y hacer como que yo nunca había existido.
Querer gritar y no poder es una sensación angustiosa, querer morir y no saber como, también...
Pasar la vida masticando cristales, soñar con el ayer y sentir que aunque vuelva nunca será lo de antes, tener valor para seguir alimentando un recuerdo, una noche tras otra con los pies fríos y la cama vacía, vacía de llanto, de dolor, de soledad, vacía de sentimientos porque hay algo que ha frenado tu capacidad de amar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Le bastó con hundirse, hacer su vida y seguir como si yo...