jueves, febrero 28, 2013

Todas mis canciones hablan de ti


Debí darme cuenta cuando empezaste a usar mi cuerpo como la constante reiteración de tus errores. Saber y darse cuenta nunca fue lo mismo. Yo lo sabía, pero hasta ese instante no me di cuenta.
Cuando escriba el libro de mi vida dedicaré unas líneas a las yemas de tus dedos. Al fin y al cabo, si el tiempo es capaz de recordármelas en la piel, quien soy yo para no hacerles mención.
No me olvidaré de tus ojos volátiles y de la poca importancia que le dabas a esas manos inoportunas que no desaprovechaban la ocasión para robar cualquier cosa que yo me olvidaba al caminar a tu lado…
Olvidar, cada letra da tanto miedo como la muerte, y la espero a la vez como el moribundo espera la muerte en su lecho final.
Ahora puedo hacerlo, volverme invisible sin sentirme incómoda, volverme una frívola persona de ideas mundanas y políticamente correctas. Y a ti te gustará cada vez que nos veamos, porque te gusta verme interpretar y fingir que me crees…
Sólo había una palabra que tú y yo nunca usamos, porque los verbos sucios los manejábamos a la perfección, pero ciertas puertas nunca las abrimos, y la “verdad” nunca cruzo nuestras lenguas cuando uno contra el otro nos besábamos, uno contra el otro, y a ver quien podía mas. Éramos capaces de estudiar mil formas de alejarnos y de volver atrás, cuando veíamos la verdad asomar entre las sábanas siempre cogíamos el cuchillo y convertíamos la cama en una orgía de sangre… La verdad se desangraba, hasta que un día murió y dejó de intentar salirnos de la boca…

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