domingo, mayo 30, 2010

Club de corazones rotos

No intentarás romperme el corazón, aunque cada poro de tu cuerpo querrá hacerlo, por miedo a fracasar, por miedo a que te guste, por miedo a ser feliz. Miedo, al fin y al cabo es eso lo que nos impide ser felices, ser mejores personas, poder, querer, amar...
Ciego, te vas quedando ciego sin ver que no ves hasta que dejas de ver, y al fin te das cuenta, y al final es cuando ya lo pierdes todo y te dan unas ganas terribles de recuperar eso que eran tus ojos y tu luz, eso que te hacía sonreir por las noches pero que normalmente por la mañana no recordabas...
Eres una bala en mi cerebro, eso que no puedo sacar de mí, me duele tanto amor dentro...
Y yo sé que cada día decides dejar de quererme, un poquito, y me alegra ser más difícil que dejar de fumar. Respiras, hondo, para no salir de tí y acabar dejándome en la cuneta...

Te quiero, te quiero, te quiero, por tantas cosas que se me olvida por que te quiero tanto...

Tregua.

Estaré cuando abramos los ojos y el viento haya cesado, las ramas de los árboles están rotas, pero eso no pudimos evitarlo. Nos ataremos los cordones de las zapatillas como aprendimos, reiremos como siempre, juntos y por separado, no habrá dejado más secuelas la tormenta que un suelo mojado y unas gotas de agua en la cara. Yo aún sabré cantar con tu nombre, sabré contar hasta cien por tí, podré decirte que estoy bien porque de verdad lo estoy, podrás ser tú, podré ser yo, podremos al fin ser nosotros...

Tasted

Aquella noche de cielo eléctrico y cristales rotos no quise ser tierna, quise comerte y dejarte en pedazos, decirte mentiras solo para dolerte, poder destrozar nuestros sueños, poder volar a ras de tu suelo y sentir que volvía a tener el control de mi vida, poder sobre mí.
Y miré hacia atrás y entré en tu juego, porque pensaba que tú no jugarías, porque pensé que esos ojos dejarían de juzgarme, dejarían de llamarme puta cuando dejara de fingir...
Me quedé quieta, muy quieta, y ese dardo envenenado que lanzaste me acertó al pecho de lleno, esperé a que terminaras de jugar conmigo y duraste mucho más de lo que los dos podíamos soportar...
Solo cerré los ojos y quise llorar, solo quise, porque no pude, mis ojos no hubieran podido después de aquella noche, después de aquél silencio que duró solo esa noche... Porque no pudimos durar más...

Pure fictions edition